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Mujer que se “casó” con hombre de trapo dice que su esposo le es infiel…

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En un pequeño pueblo en las afueras de la ciudad, donde la rutina se mezclaba con lo pintoresco, vivía María.

Una mujer de espíritu creativo y corazón grande, que siempre había sido conocida por sus ocurrencias.

Un día, cansada de las decepciones amorosas y de los hombres que no apreciaban su autenticidad, María tomó una decisión sorprendente: decidió casarse con un hombre de trapo que ella misma confeccionó y al que nombró José.

El día de la boda fue un evento memorable en el pueblo. Los vecinos, incrédulos pero curiosos, asistieron a la ceremonia que se llevó a cabo en el jardín de María. Vestida de blanco y con una sonrisa radiante, María caminó hacia el altar improvisado, donde José, con su traje hecho a mano y su expresión bordada, la esperaba. Entre risas y comentarios, intercambiaron votos escritos por María, y así comenzó su vida matrimonial.

Al principio, todo fue color de rosa. María llevaba a José a pasear por el pueblo, lo sentaba junto a ella en los cafés y le contaba sus sueños y preocupaciones. Aunque muchos pensaban que era solo una fase, María parecía genuinamente feliz con su elección poco convencional.

Sin embargo, las cosas dieron un giro inesperado cuando, un año después, María comenzó a sospechar que su esposo de trapo le era infiel. Todo empezó cuando encontró una carta de amor, escrita con su propia letra pero firmada con un nombre que no reconocía. María, en su mente creativa, se convenció de que José tenía una amante secreta.

La noticia se esparció rápidamente por el pueblo. La gente no podía creer lo que escuchaba. “¿Un hombre de trapo infiel?”, se preguntaban. María, decidida a descubrir la verdad, organizó una reunión en la plaza del pueblo. Con José a su lado, confrontó a los vecinos, exigiendo saber quién era la misteriosa amante.

La situación se volvió aún más surrealista cuando una vecina, conocida por sus habilidades en la costura, confesó haber hecho una muñeca de trapo para acompañar a José. “Pensé que se vería menos solo”, dijo la vecina con una sonrisa tímida. María, al darse cuenta de lo absurdo de su acusación, estalló en carcajadas.

El pueblo se unió a su risa, y desde entonces, la historia de María y su esposo de trapo se convirtió en una anécdota entrañable. Aunque la relación entre María y José siguió siendo única, María aprendió a reírse de sí misma y de las vueltas inesperadas que la vida puede dar.